Vi Tokio Arder

Did you see the frightened ones?
Did you hear the falling bombs?
The flames are all gone, but the pain lingers on.

Tokio ardiendo durante el bombardeo del 25 de mayo. United States Library of Congress

Con el aniversario número 70 de los bombardeos atómicos de las ciudades de Hiroshima y Nagasaki me encontré leyendo y re-leyendo algunos pasajes de mis libros sobre la Segunda Guerra Mundial y algunos artículos en la web. La importancia del bombardeo atómico de las dos ciudades japonesas sin duda alguna es una realidad innegable. Dichos eventos no solo barrieron con la población civil de ambas ciudades, también iniciaron la Guerra Fría, dejaron clara la superioridad armamentista de los Estados Unidos y dejaron una marca indeleble en la población japonesa que está presente hasta el día de hoy y que probablemente lo estará por muchas generaciones más.
Sin embargo hay una pasaje histórico de la Segunda Guerra Mundial que es poco recordado fuera de países como Japón o Estado Unidos. Extrañamente de todas las posibles ciudades para el primer despliegue de la nueva arma de Estados Unidos; Tokio, la capital del imperio, el hogar del emperador y hogar de fabricas para el esfuerzo de guerra, ni siquiera estuvo entre las primeras opciones del llamado “Target Committee” encargado de la designación de las ciudades en las que las bombas serian detonadas, entre otros aspectos muy variados de la operación. El porqué de esta decisión es simple pero interesante y para no variar bastante dramático.

LA CUESTIÓN DE LA BOMBA ATÓMICA

Apenas unos días después de la rendición de Alemania en el frente europeo de operaciones, el selecto grupo de militares y científicos que trabajaban en el Proyecto Manhattan se reunieron para decidir cuales de las ciudades japonesas que aún estaban bien preservadas serian las que demostrarían el poder destructivo de la nueva arma. Entre los citados a la junta se encontraba el propio Dr. Oppenheimer. Se habían manejado varias ciudades objetivo desde mediados de 1944, cada una con sus ventajas y desventajas. No solo logísticamente como también en el plano psicológico y simbólico. Algunos de los puntos claves que se discutieron en dichas juntas, entre otros, fueron:

  • La altitud a la que la bomba debería de estallar para poder obtener los mejores resultados de su explosión.
  • Las condiciones climatológicas y geográficas de las ciudades. (Hiroshima tenia la “ventaja” de ser el mayor de los objetivos «sin atacar», estaba rodeada de colinas que eran «susceptibles de producir un efecto de enfoque lo que aumentaría considerablemente el daño de la explosión.» Además tenia una población de 318,000 habitantes.)
  • El significado simbólico y los factores psicológicos de las ciudades objetivo. (En este aspecto Kyoto tenia la “ventaja” por ser una ciudad de gente mucha más artística e intelectual, quienes podrían entender mejor el significado y el alcance del arma nuclear)
  • Si el objetivo debería ser únicamente un blanco militar, civil o una combinación de ambos.
  •  Los efectos radiológicos del arma en las aeronaves que tendrían la misión de lanzar la bomba
  • Hacer que el primer uso del arma fuera lo suficientemente espectacular para ser reconocida internacionalmente (sus palabras, no las mías).
Ojalá y las minutas de mi trabajo fueran la mitad de interesantes.
Ojalá y las minutas de mi trabajo fueran la mitad de interesantes.

También se tocaron detalles mucho más técnicos, los cuales no vienen al caso describir aquí. Sin embargo lo interesante es ver la selección de las ciudades que estaban siendo consideradas para ser bombardeadas:

  • Kioto: Un ciudad industrial y la antigua capital japonesa, con 1 millón de habitantes. Muchas de las personas y la industria de Japón estaba siendo desplazada hacia esta ciudad de las áreas destruidas.
  • Hiroshima: Era un importante depósito del ejército y un puerto de embarque en el medio de una zona industrial urbana. Tenia tal tamaño que una gran parte de la ciudad podría ser dañada extensamente.
  • Yokohama: Era una ciudad industrial muy importante y no había sido bombardeada con anterioridad. Entre sus actividades industriales se incluían la fabricación de aviones, máquinas, herramientas, muelles, equipos eléctricos y refinerías de petróleo.
  • El arsenal de Kokura: Uno de los grandes arsenales de Japón rodeado por grandes estructuras urbanas. El arsenal era importante para la defensa antiaérea y la defensa de cabezas de playa.
  • Niigata: Era un puerto para embarcación de materiales que había cobrado importancia debido al daño sufrido por otros puertos japoneses.

Como puede observarse, Nagasaki y Tokio no se encontraban entre las ciudades a bombardear. La razón por la que la capital no se encontraba entre los planes aliados, (aunque se consideró el bombardeo nuclear del palacio imperial, el cual se descartó al considerarse de poco valor estratégico) es porque en la noche del 9/10 de marzo de 1945 la Operación Meetinghouse, el bombardeo aéreo más destructivo de la historia, barrio con lo que quedaba de la ya devastada ciudad.

LA INCURSIÓN DE DOOLITTLE

Inmediatamente después del ataque japonés a Pearl Harbor el mando militar estadounidense comenzó a planificar una forma de devolver el golpe al imperio. Washington consideró que tenia que ser un golpe asestado directamente al corazón mismo de Japón, entiéndase su ciudad capital y los principales centros de producción para el esfuerzo bélico japonés. Por esto se decidió que este ataque tenia que ser lanzado desde portaaviones que se encontraran fuera del alcance de los barcos de reconocimiento japonés que patrullaban a 800 kilómetros de la costa japonesa. Esto significaba un vuelo de poco más de 1,700 kilómetros los cuales quedaban fuera del alcance de la mayoría de los aviones de la Marina estadounidense. Además para evitar que los portaaviones tuvieran que esperar el regreso de las aeronaves en aguas enemigas, los aviones en vez de dar media vuelta, tendrían que seguir hasta los aeródromos de China para repostar. El Coronel James Doolittle fue el escogido para dirigir el ataque. Él y su grupo de aviadores tuvieron que practicar despegues en pistas cortas como la de los portaaviones en mitad del océano Pacífico.
El 2 de abril de 1942, el portaaviones Hornet zarpó desde San Francisco llevando a bordo a Dolittle y sus 16 bombarderos, le acompañaba el portaaviones Enterprise encargado de proporcionar cobertura aérea con su grupo de cazas. El 18 de abril, cuando aún se encontraban a 1,000 kilómetros de Tokio la fuerza de ataque fue avistada por un patrullero japonés. Dolittle y el comandante naval el almirante Bill Haley, decidieron que lo mejor era, a pesar de la distancia, hacer despegar a los bombarderos, a los cuales se les había retirado la mayor cantidad de “lastre” para hacerlos lo más ligeros posible (entiéndase ametralladoras, municiones, etc). Después de un vuelo de cuatro horas los bombarderos Mitchell estadounidenses cogieron por sorpresa a las defensas antiaéreas de Tokio, Nagoya, Yokohama, Yokosuka y Kobe (Sí, esa Kobe). La incursión aérea hizo poco daño a la capacidad bélica japonesa pero fue una victoria importante para la propaganda y moral estadounidense. Además los líderes nipones enfurecieron al darse cuenta con que facilidad podía ser atacado el archipiélago.

Uno de los aviones de Doolittle despega desde el USS Hornet

La operación se topó con ciertos imprevistos, tres oficiales de un bombardero cayeron en territorio chino ocupado por Japón, hechos prisioneros y ejecutados meses después. 15 aeronaves alcanzaron la costa china después de un vuelo de 13 horas. 1 avión aterrizo cerca de Vladivostok en la Union Sovietica, la aeronave fue confiscada y los miembros de la tripulación fueron internados por un año hasta que la NKVD los ayudó a cruzar la frontera hacia Iran. Por parte de Japón tuvieron 50 muertos y 400 heridos incluidos civiles. En Tokio, los objetivos alcanzados incluyeron un patio de tanques de petróleo, una fábrica de acero, y varias plantas de energía. Sin embargo, el ataque tuvo algunos beneficios improvistos. Los japoneses retiraron cuatro escuadrones cazas para proteger el espacio aéreo de Tokio y otras ciudades, ademas, a partir de ese momento los nipones se demostraron más decididos a hundir los portaaviones estadounidenses. Esto llevó sus comandantes a concebir la desastrosa estrategia utilizada en la batalla de Midway.

LOS B-29 SUPERFORTRESS

El primer bombardeo pesado sobre Japón se dio el 18 de julio de 1943 cuando 6 bombarderos B-24 atacaron barcos japoneses entre las islas de Paramushiru y Shimushu. Sin embargo bombardeos de larga distancia no se dieron hasta la entrada al arsenal de guerra estadounidense del bombardero estratégico B-29 Superfortress que tenia un rango operacional de 6,020 kilómetros y era capaz de atacar a una altitud de 9,100 metros donde las defensas enemigas eran casi inútiles. El 90% de las bombas que cayeron sobre Japón fueron arrojadas desde estos aviones.
El primer B-29 hizo su aparición sobre Tokio el 1 de noviembre de 1944, volando a más de 10 mil metros de altura. Dicho avión no arrojo ninguna bomba. Fue una misión de reconocimiento. Los líderes de la USAAF se dieron cuenta que el bombardeo de altitud con bombas de uso regular resultaba bastante inefectivo. El Mayor–General Curtis LeMay, el nuevo comandante del Comando de Bombarderos Estadounidense, ordenó un cambio de la táctica seguida hasta el momento. Los bombardeos se harían a baja altitud (entre 1,500 y 2,700 metros), de noche y se arrojarían una mezcla de bombas incendiarias y de altos explosivos para quemar los edificios japoneses hechos de madera y papel para convertir las ciudades en infiernos y por ultimo convertirlas en el arma más destructiva de todas: la tormenta de fuego.
Los aliados se habían encontrado con el fenómeno de las tormentas de fuego cuando los británicos bombardearon la ciudad alemana de Hamburgo en agosto de 1943. La incursión nocturna propagó numerosos incendios que luego se unieron en una sola masa incontrolable de llamas, tan calientes que generaron sus propios y auto-sustentables vientos huracanados y los cuales, literalmente, habían succionado el oxígeno del aire, sofocando a sus víctimas. Lemay esperaba utilizar esta fuerza para barrer las ciudades de Japón. Tokio sería la primera prueba.
Los primeros bombardeos de largo alcance sobre Japón tuvieron lugar desde el 28 de noviembre de 1944, principalmente desde las recién construidas pistas en las islas Marianas, especialmente en Saipan y Tinian.
Tokio al ser la capital del imperio recibió gran atención por parte de los estadounidenses. Solamente la noche del 24/25 de febrero de 1945, 174 B-29s arrojaron bombas incendiarias y destruyeron 3 kilómetros cuadrados de la ciudad, o cerca de 28,000 edificios.
Para obtener los mejores resultados de una incursión de bombas incendiarias se requería del clima ideal: aire seco y mucho viento. Los reportes climatológicos pronosticaban que dichas condiciones se cumplirían en Tokio la noche del 9/10 de marzo de 1945.

Tokio en ruinas después del bombardeo del 9 de marzo. Fotógrafo Kouyou Ishikawa
LA OPERACIÓN MEETINGHOUSE

Los primeros B-29s en llegar a Tokio arrojaron bombas incendiarias en un patrón en forma de una gran “X” en el centro de un distrito de clase trabajadora densamente poblado. Las siguientes aeronaves solamente tuvieron que apuntar a esa gran marca. Los artilleros en las colas de los B-29s podían ver el resplandor del fuego a casi 250 kilómetros a la redonda.
En la noche del 9/10 de marzo 334 B-29s despegaron para una incursión de bombardeo sobre Tokio, La Operación Meetinghouse. De estos, 279 B-29s arrojaron 1,665 toneladas de bombas sobre la capital nipona. Las bombas en su mayoría eran las E-46 de racimo que pesaban 230 kilogramos y que liberaban 38 pequeños artefactos, (conocidos como M-69) cargados con napalm a una altitud de entre 600 a 800 metros. De 3 a 5 segundos después de tocar tierra, ya sea en el suelo o en el techo de una casa, detonaban lanzando un chorro de llamas de napalm. El bombardeo duró 3 horas. Las temperaturas en algunos lugares de Tokio alcanzaron los 1,000 grados Celsius.

Restos carbonizados de madre e hijo después del bombardeo Operación Meetinghouse, Tokio, Japón, 10 de marzo 1945

38 kilómetros cuadrados de la ciudad habían sido quemados hasta sus cimientos, estos incluían el 18% del área industrial y 63% del área comercial. El jefe de bomberos de la ciudad contabilizó 93 camiones de bomberos destruidos y 125 bomberos murieron. 167,171 edificios fueron destruidos, que eran alrededor de 1/4 de los edificios de Tokio. 1,008,005 personas quedaron sin hogar. 83,793 murieron y 40,918 resultaron heridos. Hubo tantos muertos que se tardó 25 días para remover todos los cuerpos de las ruinas. Varias estimaciones han puesto el número de muertos entre 80,000 y 200,000, un número mayor que los producidos por los bombardeos atómicos llevados a cabo seis meses más tarde. Para el momento en que el imperio japonés se rindió, el 50% de Tokio había sido reducido a escombros.

VI TOKIO ARDER

El reportero francés Robert Guillain había sido asignado a Japón a mediados de 1938. Se encontraba ahí cuando la guerra empezó en Europa y finalmente quedó atrapado en el país después del ataque a Pearl Harbor. Guillain se encontraba en Tokio la noche del 9 marzo de 1945, aquí cito su relato casi integro:

Ellos sembraron el cielo con fuego. Los estallidos de luz brillaron por todas partes en la oscuridad como árboles de Navidad que elevaban sus decoraciones flameantes en la noche, y luego cayeron a la tierra silbando en forma de ramos de llamas irregulares. Apenas un cuarto de hora después del inicio de la incursión, el fuego, azotado por el viento, comenzó a abrirse camino a través de la densidad de esa ciudad de madera. Esta vez de nuevo, la suerte – o más bien, la planificación metódica del comando estadounidense – salvó mi distrito de un ataque directo… No había duda en una incursión, uno podría ser asado vivo antes de saber lo que estaba pasando. Todos los japoneses en los jardines cerca de los míos estaban fuera en sus puertas o mirando hacia arriba, profiriendo gritos de admiración – esto era típicamente japonés – a este grandioso, casi teatral espectáculo.
…Los habitantes se quedaron heroicamente mientras las bombas caían, obedeciendo fielmente la orden de que cada familia debía defender su propia casa. Pero ¿cómo iban a luchar contra los incendios con ese viento soplando y cuando una sola casa podría ser golpeado por diez o incluso más de las bombas, cada una con un peso de hasta 3 kilos, que llovían por miles? Mientras caían, cilindros dispersos en una especie de rocío que se deslizaban a lo largo de los techos, prendiendo fuego a todo lo que salpicaban y esparcían llamas por todas partes – la primera versión del napalm, de lúgubre fama.
…La ropa apropiada para ataques aéreos según lo recomendado por el gobierno a la población civil consistió en una campana muy acolchada sobre la cabeza y los hombros que se suponía servia para proteger los oídos de la explosión de las bombas. Pero desde hace meses, Tokio había sido en su mayoría bombardeada con fuego. Las capuchas flameaban bajo la lluvia de chispas; personas que no se quemaban desde los pies se quemaban desde la cabeza hacia abajo. Las madres que llevan a sus bebés atados a sus espaldas, al estilo japonés, descubrirían demasiado tarde de que el relleno que envolvía al infante se había incendiado.
Cientos de personas se dieron por vencidas tratando de escapar, con o sin sus preciosos posesiones, se arrastraban en los agujeros que servían de refugios; sus cuerpos carbonizados fueron encontrados después de la incursión. Familias enteras perecieron en los agujeros que habían cavado debajo de sus casas de madera porque el espacio era escaso en esas colmenas superpobladas de gente pobre; la casa se derrumbaba encima de ellos, cociéndolos en esos agujeros.
Donde había un canal, las personas se arrojaron al agua; en lugares de poca profundidad, la gente esperaba, medio hundida en el lodo, con las bocas justo por encima de la superficie del agua. Cientos de ellos más tarde fueron encontrados muertos; no se ahogaron, sino se asfixiaron por el aire caliente y el humo. En otros lugares, el agua estaba tan caliente que los bañistas infortunados fueron simplemente hervidos vivos. Algunos de los canales corrían directamente al Sumida; cuando la marea subió, las personas se apiñaban sobre los que ya se habían ahogado.

Fotógrafo Kouyou Ishikawa

…Miles llenaban los parques y jardines que se alineaban en las dos orillas del Sumida. Mientras el pánico traía mas olas de personas que se conglomeraban en las estrechas franjas de tierra, los de adelante fueron empujados irresistiblemente hacia el río; paredes enteras de humanidad fueron derribadas y desaparecieron en las aguas profundas. Miles de cuerpos ahogados fueron recuperados mas tarde del estuario del Sumida.
…Las sirenas sonaron claramente a las 5 a.m. – Algunos aún trabajan en la parte de la ciudad que no había sido atacada; la otra mitad se quemó durante doce horas más. Hablé con alguien que había inspeccionado la escena el 11 de marzo. Lo que fue más terrible, mi testigo me dijo, fue tener que bajarse de su bicicleta cada pocos metros para pasar sobre los incontables cuerpos esparcidos por las calles. Todavía había un viento que soplaba ligeramente y algunos de los cuerpos, reducidos a cenizas, fueron simplemente esparcidos como la arena. En muchos sectores, el paso fue bloqueado por multitudes enteras que fueron incineradas.

Policía japonesa tratando de identificar víctimas después del bombardeo del 9 de marzo. Fotógrafo: Kouyou Ishikawa
UN NUEVO MUNDO, BAJO UN CIELO AZUL

Los aliados esperaban, por medio de los bombardeos convencionales, quebrar la moral de los japoneses y así acortar la guerra, pero al igual como sucedió en Alemania, una vez pasado el “shock” inicial, las actividades centradas en el esfuerzo de guerra se reanudaban y la vida seguía su curso. Además estos resultaban muy poco eficientes contra la población civil. Los bombardeos incendiarios intentaron ser el arma final. Al igual que los bombardeos nucleares que terminaron la guerra, los bombardeos incendiarios intentaron quebrar la moral de los japoneses con una carnicería humana que era espantosa, gráfica y seguramente imposible de olvidar. LeMay y su política de “tierra quemada”, que los japoneses habían utilizado por gran parte de la guerra, resultaron en el sufrimiento inconmensurable de la población civil. Y como la historia la escriben los ganadores, lo altos mandos estadounidenses jamás fueron juzgados por crímenes de guerra por estos bombardeos.
Entonces ¿Cuál es la lección aprendida? ¿Cuál es la moraleja de la historia? Realmente es difícil decirlo sin caer en clichés, simplificaciones y generalizaciones que no nos dirán nada nuevo. Podríamos decir que la población civil siempre es la que más sufre durante una guerra, pero eso se ha dicho demasiadas veces.
Lo que hay que sacar de esto es recordar que las armas convencionales (siempre y cuando consideren hacer llover fuego sobre una ciudad algo convencional) han borrado de la faz de la tierra a más personas que las armas nucleares. Y no estoy minimizando la tragedia y el dolor de los habitantes de Nagasaki e Hiroshima ni mucho menos. Pero tenemos que recordar que tenemos el poder de destruirnos varias veces sin recurrir a la “nube de hongo” y eso ya lo suficientemente aterrador.
A diferencia de Hiroshima y Nagasaki, Tokio no desapareció con una gran explosión, sino con un gran y largo alarido. Y sin embargo ahí están las tres, de pie.

It is only those who have never heard a shot, never heard the shriek and groans of the wounded and lacerated … that cry aloud for more blood, more vengeance, more desolation.

William Tecumseh Sherman

Fuentes:

«La Segunda Guerra Mundial en Imágenes» Boyle, David (2001) pp. 418-421

«The Incendiary Bombing Raids on Tokyo, 1945,» EyeWitness to History, http://www.eyewitnesstohistory.com (2004).

«Bombing of Tokyo» Wikipedia, the free encyclopedia, https://en.wikipedia.org/wiki/Bombing_of_Tokyo

«Bombing of Tokyo and Other Cities» World War Two Database, http://ww2db.com/battle_spec.php?battle_id=217

«Target Committee, Los Alamos, May 10-11, 1945″ Dannen, http://www.dannen.com/decision/targets.html#a

«The Bureaucrats Who Singled Out Hiroshima for Destruction» The Atlantic, http://www.theatlantic.com/international/archive/2015/08/hiroshima-nagasaki-atomic-bomb-anniversary/400448/

«The Doolittle Raid» World War Two Database, http://ww2db.com/battle_spec.php?battle_id=26